Expedición doméstica (Marisa Martínez Pérsico)

foto: Marisa Harris

Son las siete en Reichsgau
Y en otro punto equidistante
Del planeta.
(Cuando iba a la escuela me gustaba
abrazar el planisferio y calcular
la simetría de los
husos. Siempre supe
que Japón era el revés de Buenos Aires.)


A la tarde me arrojo a la humedad
De la bruma y acaricio
El crepúsculo violeta. Mi cuota de orfandad
Se debilita si recorro las calles
De Carintia.
Ni siquiera me aleja un hemisferio
del espacio que tu cuerpo ocupa.
Pero anoche llovió y
Cómo extrañé tus pasteles de membrillo
El fragor de la cuchara contra
El plato, tu puñado de bucles.
Pinceladas reflejas de sentirte
En casa.
Acá se ve la auriga
Y en los bares se respira olor a Maxim´s.
Es molesto adecuarse a otra rutina.
Nunca acaba por ser del todo tuya y la nostalgia


Persiste.
El té de enebro
Tus cruces y estampitas
Enredar palabras por hablar de golpe
La manera de hacer
un dobladillo.
Golpean
A la puerta. Me levanto a abrirte.
Dejo paso a tu inercia
Y apoyás dos bolsas
En el piso.
¿Qué te pasa?


Te miro como si te desconociera,
Como si un terremoto nos hubiera


Partido, y por la puerta entreabierta
Florecen las clemátides.
Nada. Qué bueno que viniste.

de Poética ambulante (2003)

Marisa Martínez Pérsico (Buenos Aires, 1978), poeta, es doctora en Filología Hispánica. Enseña, desde 2010, Lengua y Literaturas Hispánicas en diversas universidades italianas. Con 18 años escribió su primer poemario, Las voces de las hojas (Baobab, 1998), que recibió dos años antes el Primer Premio en el Certamen “Río de la Plata II”. Luego publicó Poética ambulante (2003), Los pliegos obtusos (2004) y La única puerta era la tuya (Verbum, Madrid, 2015), libro por el que resultó finalista del II Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador”.

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