Crucero ecuatorial (Diana Bellessi)

V

Dormí a la sombra de su casa
en la isla de San Cristóbal, bautizada Chatman por 
balleneros norteamericanos.
Me invitó con té, un mazo de cartas y su serena
desgracia. Caminé despacio. Playas de seda
festoneadas de cangrejos e iguanas,
de volcán al centro y las lluvias sobre el lago,
los naranjales pudriéndose a orillas de las estancias.
Después me fui a Floreana, la de la arena negra,
y a Santa Cruz, donde abundan las tortugas gigantes,
los refugiados nazis y los manglares.
En la Isabella recogimos cocos con el chileno
pescador de tiburones, a quien luego perdí el destino
y quizás, se hizo a la mar en balsa
de Guayaquil a las Galápagos.
De regreso visité al ciego, contador de historias,
guitarrero, en cuya casa dormí.
Me dio una carta para sus parientes
en Guayaquil. Y nunca la entregué.
¿Sería de vida o muerte?
¿De qué sería la espesa grafía que dictara el ciego
puesta en mis manos sin sospecha?
Nunca la entregué.
Estará esperando todavía.
Estará esperando.

en Gemelas del sueño, Norma, 1998.

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